lunes, 10 de septiembre de 2007

Volar en avión

Como dije en otra entrada no suelo tener vértigo, y no tengo miedo a volar. Pero sí que conozco a personas que no lo llevan tan bien.

Algunos de ellos se “santiguan” repetidas veces antes de despegar como si al avión no le propulsasen sus motores, sino las manos de Dios. No se por qué van en avión. Si Dios hace que el avión vuele que se pongan el traje de Superman y pidan a Dios que les haga volar a ellos, así se ahorraban el billete y ayudarían a reducir el efecto invernadero.

Hay otros que no son tan religiosos. Esos, normalmente no suelen sentarse en ventanilla porque les da miedo mirar y ver a que altura están, como si por no estar mirando el avión no subiese y no se pudiera caer. El ser humano a veces es algo muy extraño.

Lo que ayuda en casos de esos es meterse uno o dos copazos al cuerpo. No es que entonces no tengan miedo, porque siguen teniendo miedo a caer, pero al menos ahora no les importa. Recuerdo el caso de uno, que se tomó algo más que un par de copas. El buen señor se dedicó a deleitar y amenizar el vuelo a los demás, con cánticos regionales, hasta que a la pobre azafata a la que le tocó el marrón, le recordó que ya había hilo musical en el avión y que se pusiera los cascos. Al pobre hombre, cuando le hablaron de la palabra “cascos” le vino a su cabeza la posibilidad del accidente y comenzó a llorar desconsolado. A partir de ese momento ya no hubo cánticos regionales, sino cánticos de plañideras, bueno, de una plañidera, hasta que el avión aterrizó y acompaño a las autoridades competentes y les pudo cantar a ellos. Así que ya sabeis, solo una o dos copas, no más.

Algo que ocurre con los que se sientan en el asiento del copiloto del coche (algunos querrían taladrar el suelo y frenar como los picadiedra) ocurre también en el avión cuando hay turbulencias: Hay gente que se agarra al avión como si fueran capaces de sujetarlo, o ellos solos pudieran hacer que se quedase en el aire, cosa bastante absurda, porque otra vez que no necesitaríamos keroseno para hacer volar el avión, lo sujetan ellos, lo hacen volar ellos y nos ahorramos el efecto invernadero.¿Acaso se creen superman?

En casos como ese, cuando el avión retiembla, podreis observar como se miran serios unos a otros y tragan saliva, como si el avión fuera a caer por cuatro corrientes de aire de nada. Entonces dejan de hablar. Pero si alguno se sienta al lado del ala, y esta se mueve por las turbulencias entonces este ya se pone serio. Si alguien hace un comentario así como “¿Es normal que se mueva el ala así? ¿Es normal que salgan esas chispas de los motores?” Entonces no solo se ponen serios, ya se quedan blancos. Y si suena el avisador de megafonía, aunque solo sea para decir la temperatura que hay en barajas, entonces el grito y el histerismo es colectivo.

Ahora entiendo por que hay lugares en el mundo donde al terminar el aterrizaje el pasaje aplaude, como si el piloto hubiera cantado una ópera. ¿Aplaudirán en realidad por los cánticos regionales del señor de antes? Porque nunca ha salido el piloto a dar las gracias por la ovación…

De todas formas, y fuera de broma, el avión es uno de los métodos más seguros de viajar que existen, siempre y cuando no te caigas…

1 comentarios hay:

Anónimo dijo...

Soy incapaz de dormir en los aviones; tengo la sensación de que si no estoy alerta el avión se estrellará mientras estoy dormida.

Y soy consciente de que poco voy a poder hacer tanto si tengo los ojos abiertos como si no.

Así que cuando hago un viaje muy largo, ya empiezo las vacaciones cansada.